

Día 710:
Esa música, esa música , ¡esa maldita música!. Se repite una y otra vez en mi cabeza. Esa caja de música me enfurece, recuerdo como cada noche él, ese asqueroso que osaba presentarse como mi padre, entraba a mi habitación y me hacía morder la manzana…Mientras marcaba los tempos fuertes y débiles del compás de la caja de música con los golpes de su cinturón sobre mi piel desnuda.
He salido a un pasillo blanco, y estaba él. Aquel bastardo…he pensado en estrangularlo, en notar su sangre caliente latiendo entre mis manos y no he podido evitarlo. Me he tirado a su estrecho cuello y lo he visto llorar y gritar.
Me he sentado a descansar, tanto esfuerzo me ha agotado. Mi fuerte respiración era la música que insonorizaba el momento, hasta que el dulce ritmo fue interrumpido, de nuevo por él pero multiplicado. No tuvo suficiente con antes. Uno me agarró por la espalda mientras que su doble intentaba inyectarme algún liquido para hacerme más sumiso. No lo voy a permitir, no pienso volver a ser más su juguete.